Las últimas jornadas y eliminatorias de Liga y Copa han vuelto a colocar a los colegiados en el disparadero. El eterno debate sobre las tecnologías vuelve a surgir para que el fútbol en la medida de lo posible sea más justo. Nadie se ha puesto en el pellejo del árbitro. Ellos también son deportistas.

 
El problema del arbitraje no se ciñe a este o tal  equipo/partido. Es mucho más profundo. En todos los encuentros de todas  las categorías de todos los países ocurren errores arbitrales. Es  inevitable. Cuando esos errores se producen sobre los equipos más  punteros y en las competiciones más prestigiosas pasan a convertirse en  escándalo. Los altavoces son más potentes. Amplios debates en los  medios, artículos de opinión, portadas y declaraciones se suceden los  días posteriores a cada jornada. Es la salsa del fútbol, dicen muchos.  Los colegiados -el equipo arbitral al completo- están indefensos a la  hora de tomar decisiones en uno o dos segundos. Ellos tienen un único  plano, pudiendo estar tapados en ocasiones por algún futbolista. Muchas  de las jugadas que suscitan la polémica las vemos a través de las  cámaras de televisión en diferentes tomas varias veces cada una, para  posteriormente exclamar el tan común "que malos son los árbitros". Al  árbitro se le empieza a presionar desde días antes a la fecha del  encuentro, con estadísticas y recuerdos sobre este o aquel club. La masa  social absorbe toda la información y sigue a su equipo por televisión o  en los estadios con el prejuicio de que en las jugadas controvertidas  que se produzcan el colegiado les va a perjudicar.
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| Babak Rafati (20minutos.es) | 
Por  suerte, los colegiados en la mayoría de los casos cuando incurren en  errores es por falta de recursos y no de personalidad. La personalidad  la forjan desde antes de llegar al fútbol profesional. En categorías  inferiores algunos temen por su integridad física, desgraciadamente  porque se han dado muchos episodios hayan visto la luz pública o no.  Cuando llegan a la élite la presión es psicológica. La figura del  árbitro está muy deteriorada. Una actividad tan bonita como poder  contemplar de cerca las jugadas de las figuras del fútbol mundial se  convierte casi en un asunto de vida o muerte. Convivir con eso debe de  ser complicado. En las jugadas dudosas decidan lo que decidan estarán  mal vistos. Que en los estadios les llamen hijo de las cuatro letras,  los abucheen y se acuerden de todo su árbol genealógico -mientras no les  agredan con algún objeto- se considera hasta normal. En el Nuevo Los  Cármenes un objeto alcanzó al asistente. Salió reflejado en todos los  medios. Las agresiones psicológicas sin embargo forman parte de la  cotidianidad. Son personas, con sus problemas, con sus días mejores y  sus días peores, y casi que se les trata como una lacra del fútbol.  Llega un momento en que algunos colegiados no aguantan la presión,  quizás por problemas personales que sumados al desprecio que sufre su  figura en relación con el arbitraje les llevan a cometer alguna  tragedia. Es el caso del árbitro alemán Babak Rafati (en la imagen) que intentó suicidarse por la presión a la que es sometido.
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Tévez, en fuera de juego (as.com)
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Los  árbitros no son jueces del Poder Judicial, como se les tiende a valorar  equivocadamente relacionando y comparando sus actuaciones con otras  similares de la vida cotidiana fuera del deporte. Los jueces o  magistrados en la justicia ordinaria escuchan o reciben las alegaciones,  estudian las pruebas y atienden la formulación de conclusiones de cada  una de las partes. Al cabo de días, semanas o meses dictan sentencia,  después de haber estudiado detenidamente todo lo relacionado con el  asunto en cuestión. Sin embargo el árbitro de fútbol debe decidir en un  instante. 
El árbitro es un deportista, mal tratado socialmente, pero  deportista al fin y al cabo con sus errores y sus aciertos como  cualquiera de los 22 a 28 jugadores que participan en un partido de  fútbol. Esa visión del colegiado no ha llegado a calar.
 
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| Gol fantasma de Lampard (futbolday.com) | 
El  fútbol necesita modernizarse, para evitar que los colegiados estén  permanentemente en la diana y sobre todo para que los miles - millones  de aficionados de cada club y cada país dejen de lamentar las  injusticias del deporte. Hay mucho dinero en juego en cada competición y  es triste que en demasiadas ocasiones un partido o competición la gane,  pero sobre todo la pierda un equipo por un error arbitral. Perder  frustra, pero cuando se pierde con errores arbitrales la frustación se  multiplica. El grado máximo del problema suele venir cada cuatro años en  la Copa del Mundo, donde un error arbitral puede dar al traste con los  sueños y las ilusiones de todo un país. Así en el pasado Mundial de  Sudáfrica en un mismo día en la ronda de Octavos de Final se produjeron  dos jugadas que hicieron tambalearse los cimientos del fútbol. El primer  gol de Argentina anotado por 
Tévez en claro fuera de juego  (ver imagen) en el Argentina - México (encuentro dirigido por el  italiano 
Roberto Rosetti), y el posible empate de Inglaterra merced a un  
gol fantasma de Lampard (ver imagen) que botó dentro  de la línea de gol ante Alemania (encuentro dirigido por el uruguayo  J
osé Larrionda). Las razones que se esgrimen por parte de los máximos  organismos futbolísticos es que se perdería parte de la esencia del  deporte. Un deporte con más de cien años de historia pero que va a  remolque de la sociedad y el progreso. La esencia del deporte debería de  basarse en la frase hecha "que gane el mejor", que lo haga en el  partido de turno se sobreentiende. Es probable que los medios de  comunicación de todo el mundo también pierdan parte de seguimiento si  hubiera una estructura arbitral más justa. El escándalo vende, y no solo  vende, sino que hace que el fútbol se retroalimente a sí mismo al haber  tantas noticias que matizan los errores del equipo que ha perdido o  indignan a los aficionados del equipo que ha ganado.
 
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| Mohamed Lahyani (Wikipedia) | 
El  fútbol trata de mantenerse inalterable en la medida de lo posible pero  llega un momento en el que un deporte tan profesionalizado no puede  aceptar decisiones que cambian la vida de un club (hoy día muchísimos  son empresas) como errores humanos. Hay que tratar de minimizar esos  errores humanos dotando al equipo arbitral de los avances tecnológicos  que se precisen. Los detractores de estos avances a su vez argumentan  que el fútbol no es como el baloncesto donde el juego se interrumpe con  muchas más frecuencia. Tampoco tiene porqué ser así. Con un circuito de  televisión cerrado y un cuarto, quinto, o sexto árbitro conectados al  colegiado de la contienda se detendría el encuentro en contadas  ocasiones. Algo así como el ojo de halcón del tenis, aunque no tiene  porque exhibirse en los videomarcadores. En el tenis, en los torneos más  importantes que no se juegan sobre tierra batida cada tenista tiene  tres 
challenges de error para solicitar el ojo de halcón en cada set, con uno adicional en caso de
 tie break. Jueces de silla como el sueco de origen marroquí 
Mohamed Lahyani  (en la imagen) o el brasileño 
Carlos Bernardes son recibidos en las  pistas de tenis con aplausos. Es evidente que se trata de otro deporte,  otra cultura, otra mentalidad. Pero también es cierto que si los  aficionados al tenis pensaran que un partido se puede decidir por un  cúmulo de errores arbitrales estos señores no tendrían tanto carisma. El  mismo tiempo que se tarda en ver la jugada repetida es el que tarda una  tangana en el fútbol con reparto de tarjetas incluido por una jugada  polémica. Incluso un deporte igual de tradicional que el  fútbol como es  el rugby ha decidido apostar por la tecnología para reducir la polémica  en torno a su deporte. Todo aficionado tiene en mente jugadas o  partidos en los que su equipo ha salido perjudicado, olvidando las que  le han beneficiado. La tecnología y la justicia deportiva beneficiaría  al fair play, al espectáculo, a la imagen de los colegiados, convertiría  al fútbol en un deporte mucho más puro y pulcro evitando sospechas sin  fundamento y sobre todo, reduciría la violencia y los debates subidos de  tono estériles entre aficiones.
 
Foto principal: Árbitros entrenando en el Sardinero (realracingclub.es)
 
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